9 mitos que no te dejan comenzar a practicar Yoga

Comenzar a practicar Yoga es una decisión que cambia para siempre la perspectiva sobre el cuerpo, la consciencia y la vida. Muchas veces las ganas y la curiosidad están, pero hay temores y mitos que retrasan o postergan de forma indefinida el primer paso. Revisa cuál es el «no» que aún te impide sumergirte en la práctica, convierte la excusa en motivación y cuéntame si hay alguno que falte en la lista.

  1. No soy flexible.
  2. No tengo fuerza ni agilidad.
  3. No comparto sus creencias religiosas.
  4. No puedo hacer las posturas.
  5. No puedo poner la mente en blanco.
  6. No tengo un cuerpo delgado.
  7. No tengo una dieta vegetariana.
  8. No tengo una vida saludable.
  9. No tengo mucho tiempo disponible.

1. No soy flexible

Mujer realizando estiramiento

No necesitas ser flexible para practicar Yoga. Todo lo contrario: si sientes que te falta flexibilidad, entonces te vendría muy, muy bien comenzar a entrenar tu cuerpo a través de asanas (posturas de Yoga). Es como si te resistieras a visitar a tu dentista porque tienes caries, o evitar tomar una clase de cocina porque no sabes cocinar.

Me da la impresión de que esta idea de entender la flexibilidad como un requisito para practicar viene de la publicidad en torno al Yoga y su imagen en películas, teleseries y programas. Han mostrado por décadas solamente las posturas de apariencia complicada, ignorando muchas veces el entrenamiento y la preparación para construirlas, y transmiten erróneamente el mensaje de que Yoga = flexibilidad física.

Si comienzas a practicar conscientemente, poco a poco empezarás a sentir aquellas zonas que presentan menos movilidad, y con el tiempo y la práctica tu musculatura se volverá más elástica. También te darás cuenta de que la flexibilidad es distinta en cada segmento de tu cuerpo, y que el mundo no se divide entre «troncos» y contorsionistas.

Mi enfoque personal es ejercitar la flexibilidad por medio de una práctica digna, que considera un entrenamiento centrado en el presente, las sensaciones y las condiciones personales.

2. No tengo fuerza ni agilidad

Muy parecido al punto anterior: no necesitas ser «fuerte» ni ágil para comenzar. El entrenamiento a través de posturas y secuencias permite que vayas construyendo fuerza gradualmente, y que aprendas a mover tu cuerpo con gracia e intención.

¿Qué es ser «fuerte»? Muchas personas asocian la fuerza con brazos y piernas de grandes músculos, típicamente en un cuerpo masculino. Sin embargo, el volumen muscular no necesariamente equivale a tener fuerza. Con esto quiero decir que, de seguro, tus brazos y piernas ya tienen la fuerza suficiente para comenzar a practicar las posturas fundamentales. A través de un entrenamiento atento y regular, con el tiempo vas potenciando y expandiendo esa fuerza y experimentando de forma progresiva nuevos niveles de consciencia corporal.

3. No comparto sus creencias religiosas

No es necesario tener ninguna creencia religiosa particular para practicar, al menos en mis clases y en muchas otras. Si bien el Yoga tiene sus raíces en la religión hinduista, hoy en día existe un amplio espectro de enfoques en torno a su naturaleza religiosa, que abordan con mayor o menor cercanía sus fundamentos. No me parece constructivo (ni tampoco posible) forzar creencias espirituales sobre otras personas, por lo tanto no lo acepto sobre mí y aplico el mismo criterio con mis practicantes.

Si sigues algún sistema espiritual tradicional o personal, puedes preguntarte de qué manera integrarías la práctica de Yoga. Cuando observamos la espiritualidad con una visión que trasciende las diferencias en la forma, podemos ver que en el fondo todas aluden a algún tipo de unión, que es justamente lo que significa «yoga».

Según mi humilde y subjetiva visión, pienso que sí es necesario creer en la propia experiencia corporal. Para mí no hay nada más sagrado que percibir cómo ocurre la propia respiración, la forma en que la energía circula por mi cuerpo y el diálogo que establece mi corporalidad con el exterior y el interior a través de sentidos y sensaciones.

4. No puedo hacer las posturas

La práctica de posturas de Yoga es un verdadero arte que toma tiempo y paciencia, cuando se realiza desde la consciencia y la contemplación. Creo que un buen enfoque es intentar seguir las instrucciones lo mejor posible cada vez, con consciencia sobre lo que ocurre en el cuerpo y la mente, y orientar la atención hacia la experiencia corporal de realizar la postura, alejándonos de la imagen mental de cómo debería ser.

Desde esta perspectiva, mientras sigas los principios de una alineación segura y saludable, no interesa si las manos tocan o no los pies, si los talones llegan o no al suelo o si tu versión de la postura es diferente a la de la persona de al lado (o a quien guía la clase, o a la foto de Instagram, o a la de un gurú famoso).

No necesitamos impresionar a la persona del mat de al lado con nuestra postura, ni tampoco su validación para que sea valiosa.

Es muy enriquecedor practicar Yoga en grupo, porque el espacio colectivo permite sostener y contener el entrenamiento de todos y compartir las experiencias que surgen. Sin embargo, el camino del Yoga nace de la consciencia personal, y se basa en enfocar la atención en la propia experiencia. Por lo tanto, podemos aprovechar la instancia para darnos cuenta de que no necesitamos impresionar a la persona del mat de al lado con nuestra postura, ni tampoco su validación para que sea valiosa.

Es muy común que tengamos incorporada la idea de «logro» en nuestra consciencia (o en las profundidades del inconsciente): queremos fijar metas continuamente y cumplirlas para sentir el éxito. El Yoga abre la oportunidad de explorar la vida desde una visión complementaria: la contemplación del presente, para observar cómo se desenvuelve la vida alrededor y a través de la propia existencia.

En el contexto de las posturas, por ejemplo, esto significa que no poder tocar los pies con las manos forma parte de la experiencia actual, y por lo tanto dejamos de negarlo, lo aceptamos, y podemos modificar la postura (bajo la instrucción de quien guía) para aprovecharla de mejor manera y acceder a una consciencia más profunda.

5. No puedo poner la mente en blanco

No es necesario poner la mente en blanco para practicar. Durante las primeras etapas de la práctica de posturas de Yoga (yo diría al menos los primeros 5 años), la mente va a tener un montón de información para entretenerse: la posición de la cabeza en relación al corazón, los cambios de temperatura y sensibilidad en la piel y en el interior, la ubicación de manos y pies, la distribución del peso entre los apoyos, la acción de la columna, el reparto del esfuerzo, la dirección de la coronilla y de los talones, la intención del pecho, y decenas de otras señales.

De forma transversal a estos estímulos, la mente va a buscar un foco fundamental, tanto en posturas estáticas como en secuencias dinámicas: la respiración. El proceso respiratorio es abundante en sensaciones, afecta directa e indirectamente todos los segmentos corporales, ocurre de manera permanente y puede ser modificado a voluntad.

Por lo tanto, creo que no es necesario (ni útil) intentar forzar la mente hacia la «blancura». El ejercicio mismo de llevar la mente al cuerpo es lo que permite darle un descanso.

6. No tengo un cuerpo delgado

No sé si el cuerpo del joven de la imagen es delgado o no, pero sí sé que se convirtió en uno de los maestros de Yoga contemporáneo más importantes, B.K.S. Iyengar

No necesitas tener ningún tipo especial de cuerpo para practicar Yoga. Es común pensar que tener un cuerpo «delgado» es requisito para entrenar las posturas, tal vez porque muchas personas que han practicado por varios años han logrado armonizar su peso (que no necesariamente significa lograr una contextura delgada, ya que esto depende de un montón de factores, como la constitución corporal y la genética).

Lo que sí requieres es prestar atención a las condiciones actuales de tu corporalidad y adaptar la práctica de forma apropiada. Es muy importante, por ejemplo, cuidar todas las articulaciones. Por lo tanto, independiente de tu peso, es crucial adecuar las posturas individualmente para que se construyan desde la alineación de los huesos y la sinergia muscular, y no desde el estrés articular.

7. No tengo una dieta vegetariana

No es requisito tener ningún tipo de dieta para comenzar a practicar. Es cierto que ciertos textos clásicos del Yoga, como el Hatha Yoga Pradipika, indican en detalle los alimentos permitidos y prohibidos en la dieta de un yogi. Sin embargo, en el mismo escrito se menciona, por ejemplo, la necesidad de practicar en un espacio solitario, retirado y «sin ventanas». Creo que es importante contextualizar los textos fundacionales temporal, geográfica y culturalmente, y tomarlos como una inspiración para la práctica personal en lugar de convertir sus reglas en el credo personal.

Según mi experiencia como practicante y profesor, lo que suele pasar en muchos casos es que, durante el proceso de la práctica, se desarrolla (o tal vez, se recupera) una sensibilidad consciente sobre los alimentos que ingerimos. Surge una intuición corporal, que se conecta con lo que el propio cuerpo requiere y ayuda a discernir desde sus necesidades. Se vuelve más fácil identificar qué comida nos hace bien, nos aporta energía y nos hace sentir vitalidad. Podemos aprovechar estas sensaciones para hacer ajustes en nuestro consumo y reducir o evitar lo que nos causa malestar, pesadez o desgaste, o transformar los hábitos alimenticios perjudiciales.

8. No tengo una vida saludable

No necesitas tener ningún estilo de vida específico para comenzar a practicar, mientras respetes el de quienes practican contigo. Como el caso de la alimentación, es frecuente que al practicar vayas adquiriendo una nueva consciencia sobre tus hábitos en general. Esta forma atenta de observar tu propia vida nace, en parte, de la recuperación de la sensibilidad del cuerpo, y la integración de la mente a las acciones corporales.

Además de hacer más consciente tu alimentación, también te das cuenta de tus patrones de sueño, de las actividades que consumen en exceso tu energía física y emocional, y aquellas que la nutren y la armonizan. La práctica te da la oportunidad de pensar qué significa para ti tener una vida saludable, y tomar los pasos para hacerla realidad.

9. No tengo mucho tiempo disponible

No necesitas emplear demasiado tiempo en la semana para practicar, a menos que quieras. Hoy en día hay muchos espacios para practicar Yoga, por lo que es cada vez más fácil encontrar un lugar en el camino al hogar o al trabajo. Lo que puede ser más complicado es dejar que la práctica forme parte de la rutina.

Las clases de Yoga actualmente varían su duración entre 45 minutos y 2 horas o más. Para entrenar la voluntad y desarrollar regularidad, recomiendo comenzar a practicar al menos 2 veces por semana. Es verdad que ese tiempo podrías dedicarlo a otras actividades o encuentros (o a navegar y perderte en el infinito mar de las redes sociales), pero puedes tomarlo como un espacio para encontrarte con tu propio ser y profundizar la relación que tienes contigo y con tu cuerpo.

Si te parece muy extraño dejar un espacio en la semana para tu propio cultivo personal, entonces definitivamente te haría muy bien hacerlo.


Exploración, perspectiva, adaptación y consciencia

En resumen, para comenzar a practicar Yoga requieres muy poco. Necesitas tener la curiosidad de explorar la relación entre el cuerpo y la mente desde una perspectiva amable y no forzada, abrirte a tomar una perspectiva centrada en tu experiencia personal, adaptar la práctica a tus condiciones actuales y entrenar conscientemente desde ellas abordando tus límites con respeto.

Imersión en Yoga: práctica desde cero

Si quieres entrar al Yoga a través de una práctica consciente, sostenible y digna, te invito a sumarte al ciclo de Inmersión en Yoga que estaré entregando en junio. Será un programa de 4 sesiones orientado especialmente a personas sin experiencia, donde dialogaremos sobre los fundamentos del Yoga y los pondremos en práctica gradualmente a través de posturas, respiración y meditación.

Revisar información sobre el ciclo

Hombre practicando Yoga con bloque de madera

Yoga para principiantes

Hombre practicando Yoga con bloque de madera

Principios de una práctica digna

Comenzar a practicar Yoga es un importante paso hacia una vida más digna. Cuando reconocemos la importancia de nuestro cuerpo, lo cultivamos de manera consciente y lo dignificamos, dándole el espacio y tiempo que necesita, todas las áreas de nuestra vida se vuelven más conscientes: relaciones, actividades, hábitos.

Este ciclo de 4 sesiones está orientado a personas sin experiencia en Yoga que deseen comenzar a practicar, y a quienes quieran explorar los principios de una práctica consciente, sostenible y digna.

En esta versión actualizada del ciclo anterior, dialogaremos sobre los fundamentos del Yoga desde su relación con la vida cotidiana y la experiencia personal, realizaremos ejercicios para aplicarlos de forma concreta, y los integraremos en una práctica integral que incluye posturas y secuencias, respiración y meditación.

Programa

Programa Yoga para principiantes

JUNIO 2019

Sábado 8 | 10.30 a 12.30
Atención y presencia
Cómo sentir el cuerpo plenamente

Sábado 15 | 10.30 a 12.30
Respiración y movimiento
Cómo mover el cuerpo conscientemente

Sábado 22 | 10.30 a 12.30
Concisión y energía
Cómo cultivar la fuerza en armonía

Sábado 29 | 10.30 a 12.30
Adaptación y límites
Cómo desarrollar flexibilidad de forma sostenible

Valores

Cada sesión
$15.000
$13.500 hasta el 5/6/19

Ciclo completo (4 sesiones)
$48.000
$43.000 hasta el 5/6/19

Ubicación

Bellavista 185 (esquina Loreto), Metro Bellas Artes

Reserva de cupo

Los cupos son limitados. Reserva el tuyo pronto, contactándome directamente (+569 6112 1646 | contacto@robertorombo.cl), o usando el formulario a continuación.

    Profesor de Yoga en Utkatasana

    Buena postura y actitud

    Si sientes que tienes una «mala postura» o hábitos posturales que te producen malestar, te invito a esa sesión para que abramos el diálogo en torno a la salud de la columna vertebral, y también a su relación con la actitud mental frente los eventos de la vida.

    Exploraremos la columna desde el movimiento consciente en sus diferentes ejes, tanto para despertarla como para disipar tensiones. Conversaremos sobre hábitos posturales saludables y ejercicios para actividades que requieren pasar tiempos prolongados en ciertas posiciones (oficina, trabajos manuales, atención al público).

    Descubrirás en qué grado tus hábitos posturales determinan tu actitud, y cómo puedes aprovechar esa conexión a tu favor. Practicaremos diferentes técnicas de Yoga y Meditación para estirar, fortalecer y relajar la columna y convertirla en el eje de una postura armónica.

    Programa

    • ¿Cómo nos relacionamos con el entorno a través de la actitud corporal?
    • ¿Cuáles son tus hábitos posturales?
    • ¿Cómo influye la postura corporal en la actitud mental?
    • ¿Cómo se organiza la columna vertebral para armar la postura?
    • ¿De qué forma se relacionan la postura y la respiración?
    • ¿Cómo podemos armonizar la propia postura?

    Horario

    Jueves 6 de junio
    19.30 a 21.30

    Ubicación

    Bellavista 185 (esquina Loreto), Metro Bellas Artes

    Valor

    $15.000 valor general
    $13.500 si pagas hasta el martes 4 de junio

    Metodología

    Diálogo: discutiremos los principios corporales, mentales y energéticos de cada tema, y compartiremos las experiencias personales para ajustar cada actividad a las necesidades propias.

    Práctica: explicaremos y practicaremos técnicas del Yoga orientadas tanto a armonizar el estado psicoemocional, como a despertar y cultivar una postura consciente. Realizaremos posturas y técnicas respiratorias y meditativas que puedes incorporar a tu rutina.

    Reserva de cupo

    Para reservar tu cupo, contáctame directamente (+569 6112 1646 | contacto@robertorombo.cl), o usa el formulario a continuación.

      Fotos de taller de Yoga

      EXPERIENCIA: Buen comer y plenitud | Mayo 2019

      En la sesión de Buen comer y plenitud dialogamos sobre creencias y experiencias propias en torno a la comida, practicamos posturas de Yoga y técnicas de respiración orientadas a disminuir la tensión interna y la tensión en la relación con los alimentos, y también comimos. Sí, comimos, pero de cualquier forma. Aplicamos técnicas de meditación (alimentación plena o mindful eating) para despertar la consciencia sobre el proceso de comer y ayudar a cultivar hábitos saludables y satisfactorios.

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      Comentarios de las participantes


      «He tratado de estar presente al momento de comer»

      He tratado de estar presente al momento de comer, dejar de ver redes sociales, para no terminar lo que estoy comiendo sin siquiera darme cuenta que en dos cuacharadas lo hice desaparecer. Trato de comer más lento, a veces tratando de implementar lo de bajar el cubierto, tragar y volver a tomarlo.

      Espero poder seguir con algunas de estas cosas, poder mantenerlas en el tiempo y ser más consciente al momento de comer. El taller fue súper interesante, y me pareció un súper buen comienzo para ser más consciente. 

      Fernanda Poblete

      Sesión de Yoga para dormir mejor

      EXPERIENCIA: Buen dormir y renovación | Abril 2019

      La reciente sesión de Buen dormir y renovación fue bastante reveladora. A través de diálogos, experiencias y prácticas, abordamos diversas formas para inducir un sueño digno y restaurador, y las adaptamos al caso particular de cada participante.

      [modula id=”2497″]

      Comentarios de las participantes


      «He practicado más la tranquilidad»

      Después de asistir al taller, he practicado más la tranquilidad antes de dormir, cuidar la alimentación y practicar la respiración, la cual me ha funcionado súper bien.

      Carolina Sáez



      «Un abanico de posibilidades»

      Lo de la respiración, eso me sirvió mucho. También hago una postura antes de dormir y creo que me sirve para asociarlo a que llegó la hora de dormir. Creo que aún no lo transformo en un hábito al 100% pero noto que ayuda a calmarme.

      La verdad es que me gustó mucho lo que hiciste, por que nos diste un abanico de posibilidades y creo que uno toma las que le resultan más viables.

      Camila González

      Ciclo Yoga en el caos de la vida adulta

      EXPERIENCIA: Yoga en el caos de la vida adulta | Noviembre 2018

      A lo largo de las 4 sesiones del ciclo Yoga en el caos de la vida adulta dialogamos sobre los desafíos de la adultez: estados de crisis, independencia y compromiso, metas y cambio constante, objetivos e intenciones, estrés y ansiedad, estado mental, relaciones y sensaciones.

      Pusimos en práctica técnicas específicas para explorar cada tema, a través de posturas de Yoga y ejercicios de respiración y meditación. Descubrimos cómo llevar el enfoque contemplativo a la vida adulta cotidiana, para convertir los desafíos en oportunidades de autoconocimiento y cultivo personal.

      [modula id=”2524″]

      Comentarios de las participantes


      «Me ayuda a tener más energía y a disponer de ella de mejor manera»

      Todo el enfoque de cómo la mente afecta el cuerpo y cómo podemos aprovechar de que también la relación sea hacia el otro lado es lo que más me llegó, y que traté y trato de observar y utilizar continuamente en mi cotidianidad.

      Que las herramientas prácticas siempre estuvieran en línea con ese enfoque hizo el curso y cada sesión súper coherentes, lo que me ayudó a internalizar las ideas. En esa línea, me gustó que fuera “teórico-práctico” y que parte de los insumos de trabajo fueran nuestras propias conversaciones.

      Mantener las prácticas diarias individualmente me ha ayudado a entregarme un espacio nuevo en mi cotidianidad, que me ayuda a tener más energía y a disponer de ella de mejor manera. 

      Denisse Devilat


      «Las prácticas me han ayudado mucho al buen dormir»

      Los aspectos que más me gustaron fueron las temáticas (realidad v/s expectativa y manejo de estrés). Las prácticas me han ayudado mucho al buen dormir y adicionalmente los aprendizajes me han servido [para] contemplar la cotidianidad desde otro punto de vista, así como a estar más presente en el ahora.

      Francisca Cereceda

      Yoga en el caos de la vida adulta

      Técnicas contemplativas para las crisis de la adultez temprana


      Este ciclo de 4 sesiones está orientado a personas entre 25 y 35 años, que quieran abordar los desafíos propios de la adultez temprana desde una perspectiva contemplativa, despertar recursos mentales y corporales para tomar mejores decisiones, y convertir el período en una oportunidad de expansión, crecimiento y descubrimiento personal.

      HORARIO

      NOVIEMBRE 2018
      19.00h a 21.30h

      Programa

      Valor*

      Valor normal: $80.000
      Pago anticipado (hasta 5/11/2018): $68.000
      Inscripción en pareja (por persona, hasta 5/11/2018): $64.000

      * Incluye refrigerio y material de trabajo.

      Metodología

      + Presentación y explicación de conceptos fundamentales
      + Diálogos y experiencias grupales en torno a los ejes centrales
      + Ejercicios de registro y reflexión personal
      + Técnicas de construcción consciente de posturas de Yoga
      + Técnicas y prácticas de respiración y meditación
      + Programa de práctica contemplativa personal de 28 días

      Reserva de cupo (máximo 7)

      +569 6112 1646
      contacto@robertorombo.cl

      3 técnicas simples para recuperar la concentración

      ¿Cómo podemos concentrarnos en medio del mar de estímulos que nos ahoga?

      ¿Es posible recuperar la concentración desde el cuerpo? Descubre qué principios derivados de la meditación están involucrados y cómo aplicarlos en tu vida.

      Vas a la tienda y te quedas inmóvil intentando recordar qué es lo que fuiste a comprar. Estás cocinando, las palabras que tu pareja te dijo en la mañana aún dan vueltas por tu cabeza, y olvidas agregar los aliños. Quieres terminar de una vez por todas el informe, pero no puedes resistir la tentación de ver el video que te enviaron.

      ¿Cómo podemos concentrarnos en medio del mar de estímulos que nos ahoga? Es muy común perder el enfoque de lo que estamos haciendo y llevar la atención a otra cosa a nuestro alrededor. Nuestros pensamientos e ideas también se convierten habitualmente en nuestros distractores más persistentes.

      Dirigir la atención hacia un solo objeto y mantener esa conexión requiere un largo entrenamiento. Sin embargo, podemos aprender a recuperar la concentración cada vez que la perdemos. Solo necesitas tu cuerpo, tus sentidos y tu capacidad de percepción.

      Las siguientes técnicas se derivan de las disciplinas meditativas. Pueden ser realizadas en cualquier lugar físico. Cuando se te haga complicado concentrarte, pon en práctica alguno de estos métodos (o todos):

      • Observa tu respiración

      • Con tu cuerpo de pie o sentado, relaja tus brazos. Respira un par de veces tal como lo estás haciendo, y observa el patrón actual de tu respiración: ¿qué tan rápida está? ¿qué tan profunda está? ¿qué tan intensa está? Recuerda no evaluarla, simplemente observarla (restándole importancia a pensamientos como «¿por qué no puedo respirar bien?», «¿por qué es tan corta mi respiración?»). En seguida, profundiza tu respiración, y percibe las sensaciones que aparecen en tu cuerpo con este nuevo patrón. Realiza 5 de estas respiraciones profundas.

      • Identifica tu entorno

      • Con los ojos abiertos o cerrados, detente un momento para escuchar los sonidos a tu alrededor. Con tu atención, recorre lentamente las distintas fuentes de sonido, desde la más lejana a la más cercana. No analices el origen de los sonidos; simplemente enfócate en percibirlos. Cuando hayas terminado el recorrido, escucha el suave sonido de tu propia respiración, y luego retoma lo que estabas haciendo.

      • Concéntrate en tus dedos

      • Con los brazos relajados y las manos sueltas, junta las puntas de los dedos índice y pulgar en cada mano. La presión debe ser suficientemente firme como para que los dedos permanezcan unidos en las puntas, y suficientemente relajada para evitar cualquier tensión en los dedos. Concéntrate en mantener este equilibrio entre firmeza y relajación, durante 5 respiraciones profundas.

      Prueba estas técnicas la próxima vez que no puedas concentrarte. Para no angustiarte, recuerda percibir tu respiración, reconocer tu entorno y centrarte en tu cuerpo. Si practicas estos métodos de forma habitual, podrás mejorar tu concentración notablemente.

      ¿Qué haces para concentrarte? Comparte tu experiencia en los comentarios y ayuda a quienes necesitan saber cómo mejorar su concentración.

      Meditación con Anjali Mudra

      Yoga y la presencia del cuerpo

      Roberto Rombo meditando en Vajrasana

      ¿Cómo podemos determinar si estamos «presentes» o «ausentes»? ¿Qué sucede cuando estar ausente se vuelve una costumbre? Ciertas prácticas ayudan a descubrir las claves del vínculo entre el cuerpo y la mente, y a entrenarlas para cultivar una presencia plena.

      Algunas veces cuando tomo desayuno solo, me pongo a redactar artículos en el computador junto a una taza de infusión herbal. Para quienes consideren este gusto una costumbre de señoras y ancianas, no solo acepto el cumplido, sino también me enorgullezco de representarlas. Suele pasar que, cuando termino el texto, miro mi taza y no hay nada. ¿Qué pasó con la infusión? Lógicamente, me la tomé sin darme cuenta, pasando por alto la experiencia de consumirla. Su temperatura tibia, su aroma suave, su color dorado y los toques de manzanilla, manzana y canela fueron estímulos que no procesé, porque estaba concentrado en otra cosa.

      La ausencia del aroma

      Creo que no es tan terrible si algunas veces no tengo la sensación plena de la infusión que tomo, y probablemente sea un problema de primer mundo. Sin embargo, ¿qué efectos tiene un estado de inconsciencia sobre las sensaciones cuando se vuelve constante? ¿Qué sucede cuando cada día se nos pasa sin detenernos a percibir la información interna? ¿Qué pasa cuando la «ausencia» se convierte en hábito, y dejamos de percibir tanto el aroma de nuestra infusión preferida como la experiencia misma de vivir?

      ¿Qué pasa cuando la «ausencia» se convierte en hábito, y dejamos de percibir tanto el aroma de nuestra infusión preferida como la experiencia misma de vivir?

      Esta desconexión va deteriorando de forma gradual el vínculo entre el cuerpo y la mente. Como consecuencia, comienzan a aparecer patrones nocivos para el bienestar. Por ejemplo, comer con una pantalla al frente probablemente dificulte lograr una sensación apropiada de saciedad. Si esto se repite cada día, por meses y por años, es posible que la relación con la comida pierda el equilibrio.

      Cómo dejar de estar ausente

      Para evitar esta desconexión creo que es una excelente idea entrenar la atención. La atención es el recurso mental que nos permite concentrar la energía intelectual en un foco determinado. Normalmente, ese foco va cambiando rápidamente de un estímulo a otro: pasa de la infusión de hierbas a la pantalla del computador, luego a la escena de la última película vista, en seguida a las palabras que dijo el ser amado tres años atrás, para volver a las letras de la pantalla y continuar así, saltando de un foco a otro.

      La práctica de Yoga es una excelente forma de entrenar la atención. La relación funciona también a la inversa: sin atención no hay Yoga. En palabras concretas, la atención hace la diferencia entre realizar una pose corporal y un asana (postura de Yoga), cuando se centra en soportes trascendentales. Existen diferentes soportes para concentrar la atención; el más importante es sin duda la respiración.

      Roberto Rombo en Adho Mukha Savanasana

      ¿Mi atención está enfocada en algún soporte corporal, o simplemente estoy concentrado en obtener una foto con buena luz? Concentrar la atención es una experiencia subjetiva, imperceptible desde el exterior, y es lo que diferencia una pose corporal de un asana (postura de Yoga).

      Presencia: creación de un hogar para la atención

      Al practicar asanas, lo que buscamos es «habitar» las posturas. Es decir, convertir la estructura de la pose corporal en el hogar de la atención. Cuando habitamos en postura, logramos cultivar la presencia plena: cuerpo y mente comienzan a integrarse a través de la percepción del espacio y el tiempo presentes.

      Para cultivar esta integración cuerpo-mente, la atención se transforma en el principal vínculo. El primer paso es llevar la atención a las sensaciones corporales, de forma imparcial. Es decir, contemplar las cualidades de las sensaciones sin emitir juicios al respecto, racionalizar las causas o deducir consecuencias.

      Despertar la atención requiere mantener una disposición neutra a la información proveniente del cuerpo. Con la práctica vamos profundizando progresivamente la relación entre la atención y el sistema corporal, y se convierte en un diálogo activo entre la mente y la corporalidad.

      EXPERIMENTA: la respiración como soporte

      No es necesario armar una postura acrobática para ejercitar la atención. Te propongo seguir las siguientes instrucciones para explorar la relación entre tu atención y tu cuerpo. Puedes escuchar los pasos para seguirlos o leer la transcripción.

      1. Vamos a practicar adoptando una postura sedente estable. Si tienes alguna lesión en las rodillas o tobillos, o algún impedimento para hincarte, entonces puedes sentarte en una silla, con los pies separados, apoyados en el piso. Si no, arma Vajrasana, postura del diamante. Para eso apoya rodillas y empeines en el piso, y siéntate sobre los talones con el tronco erguido. En ambos casos, mantén tu columna larga, deja las manos relajadas con las palmas hacia arriba sobre rodillas o muslos, y cierra los ojos.
      2. Inicia con una inhalación profunda y una exhalación larga. Mantén un ritmo lento pero natural.
      3. Comienza a observar los estímulos externos. Primero, identifica el sonido más lejano que puedes percibir. Continúa percibiendo los sonidos más cercanos a ti. Siente el aroma del ambiente, la temperatura del aire en tu piel, el peso y contacto de tu ropa, y el empuje del suelo hacia tu cuerpo. Recuerda concentrarte en las cualidades de las sensaciones y no en sus fuentes. Si tu mente comienza a divagar o buscar el por qué de estas sensaciones, vuelve a traer la atención hacia el cuerpo. Te concentras en percibir esta información externa sin evaluarla. Sigue respirando y observando.
      4. Ahora pasas a observar los estímulos internos. Primero, identifica tu respiración a través de sus cualidades. Observa qué tan intensa es, qué tan continua es. Escucha el sutil sonido que produce. Percibe el camino del flujo respiratorio desde las sensaciones. En cada inhalación, observa qué zonas son estimuladas en su recorrido, desde el ingreso del aire por las fosas nasales hasta la expansión de los pulmones. En cada exhalación, observa dónde aparecen sensaciones durante el traspaso, desde el vaciamiento de los pulmones hasta la salida del aire por las fosas nasales. Registra cómo se manifiestan estas sensaciones: distingue el movimiento del tórax y del abdomen, la distribución del calor en tu cuerpo, la adaptación de la piel, la circulación de la energía, y cualquier otra impresión que logres captar. Sigue respirando y observando.
      5. Termina con una inhalación profunda y una exhalación larga. Comienza a moverte poco a poco para salir de la postura y cerrar la experiencia.