Adentrarme en lo desconocido no es mi especialidad, pero esta vez tuve que hacerlo. El tesoro al final del mapa valía la pena. ¿Lograría la voluntad superar las dudas? Las mágicas tierras de Cochiguaz me entregaron la respuesta.
Uno de los destinos desconocidos en el itinerario de mi reciente visita al Valle del Elqui era Cochiguaz. Llegar a este pueblo implica un sacrificio… a menos que tengas vehículo propio. Las únicas formas que encontramos para llegar desde Monte Grande eran tomar un bus que pasa solo a las siete de la mañana y a las siete de la tarde, pagar los quince mil pesos que cobran los taxis, o hacer dedo. Lo tomamos como un pequeño rito de paso. Por fortuna, nos resultó la última opción, y pudimos llegar sin problemas al centro de la localidad.
Prueba de voluntad

«A lo lejos logramos distinguir el brillo difuso de la blanca columna».
Teníamos muchas ganas de conocer la Estupa de la Iluminación, monumento budista único en Chile. Averiguamos cómo llegar, y decidimos ir caminando. El recorrido poco a poco se fue convirtiendo en una prueba de voluntad. El camino lleno de curvas comenzaba a repetir un monte tras otro, mientras la altura iba en aumento. El baño de sol constante y el perceptible descenso del oxígeno nos hacían detenernos, y a veces, dudar sobre continuar.
Mantuvimos la marcha de manera constante por un buen tiempo, hasta que a lo lejos logramos distinguir el brillo difuso de la blanca columna. La motivación se volvió a encender, y continuamos con nuestra caminata a través de la sinuosa vía. Después de casi cuarenta y cinco minutos, llegamos a la base del lugar.
La figura de Buda
La estupa se yergue entre los empinados cerros como un pilar de base ancha, sólida y blanca, y un extremo angosto y largo de color dorado, como una antena. Nos recibió un chico del equipo que sostiene el espacio, y nos contó a grandes rasgos el significado de la columna: representa la figura de Buda en postura de meditación, y en el caso particular de este santuario, el momento de su iluminación. Después nos indicó cómo recorrerla: a pie descalzo, se camina de forma introspectiva alrededor del monumento en sentido horario.
Luego nos invitó a meditar en un pequeño sector contiguo. Percibí una diferencia muy grande entre meditar en ese lugar y momento, y hacerlo en una sala en la ciudad o en mi hogar. Sentí que la cadencia de los sonidos naturales, el viento constante, el vacío que definen las montañas e incluso el recorrido necesario para llegar, permitían que mi mente se dispusiera a la fusión con el entorno con mayor facilidad.

La estupa representa la figura de Buda en postura de meditación, en el momento de su iluminación.
Sin embargo, otra parte de mí cree firmemente que ese ambiente de austeridad, muy propicio para practicar meditación, nace de una disposición mental independiente del entorno físico, y puede ser logrado en la vida urbana cotidiana. Por supuesto, esto implica ciertas renuncias y sacrificios análogos: retirarse a un lugar personal, definir un momento, seguir un sistema meditativo, y cultivar una práctica habitual.
Peregrinación personal
La estupa proyecta un aura de paz a su alrededor. Su ubicación remota la convierte en un apropiado destino espiritual, donde es posible retirarse del «mundanal ruido» por un tiempo. Creo que la peregrinación a nivel personal se vuelve interesante, donde el camino recorrido puede llegar a ser tan importante como la meta, o puede transformarse en la meta misma.
Estupa de la Iluminación: http://www.facebook.com/EstupaCochiguaz/