Había fantaseado con la idea de visitar un campo de lavanda por años. La lavanda es una de mis plantas favoritas, no solo por su aroma y color: su carácter sutil, calmante y acogedor me inspira paz.
Su período de floración es justo la temporada primavera-verano. Por eso, cuando investigué durante la época navideña y descubrí que existían visitas guiadas a campos de lavanda cerca de Santiago, decidí regalarme esta anhelada experiencia antes de que los cultivos fueran cosechados.
Esperaba tener respuestas en vivo, desde la experiencia del trabajo práctico.
Mis expectativas eran altas: llevé listas mis mil preguntas sobre el cultivo de la planta, el proceso de destilación y el uso de su aceite esencial, y esperaba tener respuestas en vivo, desde la experiencia del trabajo práctico. Me reuní con mis catadores aromáticos preferidos, y partimos a iniciarnos en los misterios de la lavanda. Sin embargo, lo que recibí fue muchísimo más de lo que imaginé.
El océano malva
Al poner el primer pie en el terreno de la hacienda, recibí una suave brisa perfumada que anunciaba la ubicación de las plantaciones. Miré a mi derecha y me detuve un momento para asimilar el espectáculo. Un mar violáceo se mecía suavemente frente a mí, susurrando los secretos de su eterno movimiento.
Al volver de este trance vegetal, nos ofrecieron infusiones frías de hierbas cultivadas en la granja, que prepararon nuestros cuerpos para el calor en ascenso de las once de la mañana. Nos presentaron a Sandra, la jefa técnica de la granja, quien guiaría la visita y cuyo vínculo con las artes de la tierra sería esencial para esta inmersión.
Comenzamos recorriendo cultivos de arbustos y hierbas de una enorme variedad: orégano, caléndula, ajenjo, hierba de San Juan, mejorana, romero, paico, boldo, hinojo, salvia, distintas especies de menta y manzanilla, y muchas otras. Sandra, muy generosa en conocimiento teórico y práctico sobre el cultivo y el uso terapéutico de las plantas, explicaba con paciencia las propiedades y modo de uso de cada especie. Descubrí cómo especies similares en aspecto, color y olor ofrecen beneficios parecidos, como el paico y el ajenjo. Sus aromas cercanos tienen una correspondencia con el usual foco de acción usual de ambos: el sistema digestivo. Aprendí que el hinojo es muy útil al tratar adicciones, y probé el peculiar sabor anisado de su minúscula flor.
Mi atención estaba dividida entre la explicación de Sandra y la maravilla del momento: la sensación de estar inmerso en el océano malva es inexplicable.
En seguida pasamos al principal cultivo de la hacienda: la lavanda. Hectáreas y hectáreas colmadas de cultivos de lavanda de diferentes especies (lavanda angustifolia, dentata, stoecha, y más). No pude retener toda la información, porque mi atención estaba dividida entre la explicación de Sandra y la maravilla del momento: la sensación de estar inmerso en el océano malva es inexplicable. El rumor del viento a través de los tallos no era el único sonido. Una orquesta de miles de abejas y abejorros trabajando sin descanso armonizaban el conjunto sonoro. La concentración en su labor era tan grande que nuestra presencia pasó desapercibida.
También nos contó cómo logran controlar las plagas con métodos íntegramente naturales. Por ejemplo, un bloque de rosales envuelve el campo de lavanda. Con esta disposición, pestes como los pulgones prefieren las rosas en lugar de las lavandas.
Seguimos el recorrido por el sector de árboles y grandes arbustos, donde continuamos aprendiendo sobre especies extranjeras y autóctonas: cedrón, laurel, matico y quillay, entre otras. Descansamos un momento a la sombra, mientras la guía nos explicaba los rigurosos parámetros que sigue el cultivo en cuanto a la distribución de las especies, la cantidad de agua necesaria y las temporadas de plantación, floración y cosecha.
A continuación pasamos a los viveros, donde ocurre el secado de las plantas. Sandra nos permitió recostarnos sobre unos grandes montones de varas secas, de al menos un metro de altura. Evidentemente, no lo dudé y me lancé al abrazo del mullido y tibio colchón de lavanda, de donde no quería volver a salir. Sentía que estaba recostado sobre una nube de dicha.
Destilación: alquimia vegetal
El aceite esencial contiene la máxima concentración de las propiedades de la planta.
Finalmente, nos llevaron al área de preparación de aceites esenciales, mientras disfrutábamos de infusiones, frutas y torta ofrecidas por la granja. Por medio de un alambique de grandes dimensiones, se lleva a cabo el proceso de destilación de muchas plantas del recorrido, especialmente de lavanda. A grandes rasgos, el procedimiento implica hacer pasar vapor de agua a través de la planta a destilar. Al atravesar las partes del vegetal, arrastra consigo los componentes esenciales de la especie. Cuando este vapor se condensa, produce una solución de dos fases: la superior (oleosa) es el aceite esencial, y la inferior (acuosa) es el hidrolato. El aceite esencial contiene la máxima concentración de las propiedades de la planta, mientras que el hidrolato es un subproducto que recibe las moléculas hidrosolubles de la extracción. Después de un período de decantación, ambos productos se filtran y envasan por separado.
Experiencia multisensorial
Cada parte del recorrido se convierte en una experiencia multisensorial. Colores propios de una pintura impresionista. La posibilidad de palpar y distinguir las texturas de los seres vegetales en distintos estados mientras el sol despierta la piel. La degustación de hierbas libres de agentes tóxicos y un refrigerio especial. El sonido envolvente y aterciopelado de la naturaleza en movimiento. Y una sinfonía de fragancias de distinta naturaleza, sutileza y poder.
Lo que más me fascinó es justamente el espectro de aromas que pude registrar en la visita. No solo entre distintas especies. La lavanda presenta un olor particular en cada etapa: fresco, dulce y terroso en la planta, ligeramente maderoso y cálido durante el secado, penetrante e intenso durante la destilación, suave y delicado en el hidrolato, vibrante y profundo en el aceite esencial.
Por supuesto, compré un aceite esencial de lavanda para usarlo como aromaterapia y en otros experimentos que tengo pensados. La calidad del aceite producido aquí es muy alta: se siente puro y muy concentrado.
No puedo más que recomendar absolutamente este paseo, y no solo a quienes tengan interés en el cultivo de hierbas y el proceso de destilación. Realmente, es un viaje a nuestra esencia personal. A través de los sentidos, este recorrido permite admirar la nobleza de seres que reflejan nuestra propia naturaleza.
La Granja Aromática (Hacienda Los Aromos) está ubicada en el sector de Los Laureles, Limache (V Región).